Sí, te debo 2014, y te lo pienso dedicar. Lo tengo claro, te
lo mereces. Y no es que yo sea muy generoso, es que el 2013 fue mío, y no es
que eso sea malo, es que lo consumí entero.
Porque el año que se acaba te multiplicaste, porque
apareciste en muchas circunstancias, porque hice que aparecieras cuando no
estaba bien, incluso cuando estaba bien y no me lo quise creer. Estuviste
cuando te necesitaba, que fueron muchas veces, y cuando no tanto, que fueron
más.
Porque este año te he forzado a demostrar que eres mi amigo,
que eres mi amiga. Y has estado ahí, a pesar de que apenas me conozcas o de que
me conozcas demasiado, a pesar de que no haya sido tan bueno contigo como tú lo
has sido conmigo o de que me echaras o te echara de menos más veces de la
cuenta.
Porque, ahora que el año se apaga, miro a mí alrededor y
disfruto de cada minuto de lo que 2013 me ha traído, y tú eres parte de eso.
Porque has estado siempre ahí, o porque te he acabado de conocer, o porque no
te has olvidado de mí a pesar de que quizás nunca te conozca personalmente.
Has sido mi familia, mi amigo, mi contacto, mi registro
en la lista de correos, mi lector, alguien con quién quizás jamás hable en
persona, pero ya formas parte de mi vida y, ahora que el año se acaba, mi reto
es mirarte a los ojos, apretar tu mano y dedicarte los próximos 365 días de mi
vida.
Feliz año nuevo.
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